DESCRIPCIÓN:
En esta ocasión dedicaré esta entrada a una de las familias de abejas más interesantes desde mi punto de vista, conocidas popularmente como "abejas del sudor"... y no precisamente por este apelativo, sino por su relevancia agroecológica. Representan una de las familias más eficientes y versátiles en la polinización, pasando gran parte del día visitando diversas flores y aportando una información valiosísima con su mera presencia.
Esto significa que nuestros cultivos, con toda probabilidad, contarán con los servicios de estos aliados, lo que se traducirá en un aumento de la productividad y la diversidad del propio agroecosistema. El motivo de ser conocidas como abejas del sudor, se debe a la atracción que poseen por el sudor humano o animal, ya que su fuente de alimentación (néctar y polen) dificulta obtener sales como el sodio fundamentales para su metabolismo.
Además, estas abejas son verdaderos sensores de agroquímicos, en otras palabras, se comportan como excelentes bioindicadores. Su sensibilidad a los fitosanitarios hace que su simple presencia sea un claro indicio de que estamos manejando el cultivo de forma responsable. Y, a pesar de esta vulnerabilidad, las especies de la familia Halictidae son sorprendentemente adaptables, capaces de desarrollarse en zonas rurales, periurbanas e incluso en jardines urbanos. De hecho, algunas de las fotos que acompañan estas líneas fueron tomadas muy cerca de donde vivo.
En definitiva, dedicarles un espacio no solo tiene valor para la conservación de la biodiversidad, sino que nos proporciona herramientas prácticas para avanzar hacia una producción sostenible y fortalecer la resiliencia de nuestros agroecosistemas.
BIOLOGÍA:
Cuando hablamos de la biología de las abejas de la familia Halictidae, y concretamente del género Lasioglossum, nos adentramos en un mundo pequeño pero sorprendentemente complejo. Observar sus hábitos de anidación, su organización social y la manera en que recolectan polen y néctar nos permite entender cómo estas pequeñas aliadas mantienen la vida de nuestros agroecosistemas. Conocer su ciclo de vida y sus relaciones con otras especies no es solo un ejercicio de curiosidad: es también una herramienta práctica para cuidar la biodiversidad y fomentar sistemas agrícolas más sostenibles y resilientes.
La mayoría de las especies del género Lasioglossum construyen sus nidos en el suelo, preferentemente en áreas despejadas de vegetación, aunque también pueden anidar en taludes o en grietas de paredes rocosas. Muchas especies muestran un comportamiento gregario e, incluso, algunas presentan diferentes grados de organización social.
Los nidos del género Lasioglossum tienen una estructura sencilla pero muy eficaz: un túnel principal del que se ramifican pasadizos cortos que terminan en celdas individuales, donde se crían las larvas. En las especies más sociales, estas celdas se agrupan formando cámaras de incubación, casi como pequeñas habitaciones comunitarias. Dentro de ellas, las larvas se alimentan de la mezcla de polen y néctar que las hembras adultas han recolectado con tanto cuidado.
ESPECIE CONTROLADA:
No obstante, estos nidos no siempre están a salvo. A veces son visitados por abejas del género Sphecodes o Chrysididae, verdaderas oportunistas, que se aprovechan de las provisiones y las celdas sin molestarse en construir su propio hogar, y en muchos casos devorando las larvas de nuestras protagonistas.

En el caso las Chrysis ignita, la hembra adulta deposita su huevo en el nido de la abeja hospedadora; la larva que nace consume primero los huevos o larvas de la abeja y luego las reservas de polen y néctar. Pero como os decía... esta abeja no es de la familia que nos ocupan, ya que pertenece a otra familia Chrysididae, conocidas como abejas cuco, pero no me resistía a dejaros algunas imágenes de estas verdaderas joyas volantes, que por su colores bien podrían inspirar a cualquier orfebre.
MEDIDAS PARA FAVORECER SU PERMANENCIA EN NUESTRO AGROECOSISTEMA:
Para que nuestras abejas del sudor permanezcan y cumplan su papel en nuestro agroecosistema, podemos poner en práctica algunas medidas sencillas. Medidas como dejar áreas sin labrar y plantar flores silvestres, que les dará refugio y alimento a nuestras protagonistas, ejerciendo una actividad complementaria a la de las abejas melíferas cada vez más escasas, visitando flores con tamaños y en horarios o condiciones donde estas no llegan.

Al ser autóctonas y generalistas, las especies de la familia Halictidae que nos ocuapan, pueden nidificar en las lindes de las parcelas o áreas verdes sin necesidad de colmenas, aumentando la biodiversidad y favoreciendo el equilibrio del agroecosistema. Esto, además, ayuda a reducir plagas de forma natural y disminuye la dependencia de pesticidas.
Su resiliencia frente al clima garantiza una polinización constante incluso en condiciones cambiantes, convirtiéndolas en verdaderas aliadas de la agricultura sostenible y la biodiversidad en el actual contexto de cambio climático que estamos viviendo.
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Ahí os dejo una nueva entrada de Fauna Auxiliar, esta vez de unas minúsculas abejas que desempeñan un servicio de polinización a domicilio, complementando a otros polinizadores de nuestro agroecosistema. Espero os gusten las fotos.
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