Los mántindos, son insectos que pertenecen a la orden Dictyoptera (suborder Mantodea) y aglutinan a unas ocho familias de depredadores generalistas todas ellas de gran voracidad, de entre las cuales sólo ocho géneros se encuentran en la península ibérica. Son insectos voladores, que podemos encontrar con diferentes aspectos y colores: verde, marrón, blancos o amarillo pajizo, poseyendo un cuerpo alargardo ligeramente aplanado y capacitado para pequeños vuelos a través de unas alas engrosadas y endurecidas llamadas tégmenes. Suelen volar durante el día, (aunque a veces podemos verlos volando en noches de luna llena) y algunas especies evitan ser depredadas gracias a un sensor de ultrasonidos, situado en la parte inferior del torax que les alerta de depredadores como los murciélagos.
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Adulto de Iris oratoria |
Miden entorno a 4-7 cm de longitud (dependiendo de la especie y el sexo siendo el macho más pequeño que la hembra), con una cabeza especialmente móvil de forma triangular y ojos de gran tamaño que le dotan de una excelente visión perimetral. Son los únicos insectos que giran su cabeza para "mirarte por encima del hombro". El campo de visión de una mantis puede extenderse hasta 230 grados horizontalmente y 245 grados verticalmente, gracias que duda cabe, a un par de ojos compuestos privilegiados y formados entre 4000 y 9000 unidades visuales hexagonales denominadas omatidios.
Sin embargo, lo que les hace singulares, es la forma de cazar y ese primer par de patas provistas de espinas, diseñadas especialmente para la captura de insectos. Esta extraordiaria herramienta, ligada a su mimetismo con su entorno y a sus desplazamientos pausados, les confieren todas las cualidades necesarias para actuar como un magnífico depredador al acecho.
Su encomiable labor depredatoria, hace que sea considerado como uno de los fieles aliados del agroecosistema, que pese a su carácter generalista, manifiesta una extrema voracidad hacia gran diversidad de potenciales plagas: moscas, larvas, pupas, saltamontes, grillos, mariposas, etc.
BIOLOGÍA:
Si lo comparamos con otros insectos, los mántidos poseen una "baja" capacidad reproductiva, que unido a su prolongado ciclo biológico, alrededor del año, hacen especialmente escasa su permanencia en el agroecosistema, máxime si comprometemos su existencia con manejos inadecuados o los perseguimos indiscriminadamente por su aspecto extraño. La puesta de estos insectos, se realiza a través de ootecas (conjunto de huevos), que realizan batiendo sus cercos hasta crear una especie de espuma que al solidificar, adquiere una consistencia similar al "poliuretano".
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Detalle de las espinas con las que adorna su primer parde patas
modificadas especialmente para la caza. |
Generalmente estas ootecas, son depositadas sobre ramas y plantas, aunque encuentran especial predilección por alguna roca con superficie más o menos plana y escondida, e incluso construcciones hechas por el hombre. Cada hembra puede depositar entre 4 o 5 ootecas, con un promedio de 20 a 40 huevos cada una. Algunas hembras cuidan de sus huevos hasta la eclosión, pasando por una metamorfosis incompleta hasta llegar al estado de imago.
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Detalle del aparato bucal |
El canibalismo, es frecuente entre esta famila de insectos donde las hembras de algunas especies, intentan alimentarse del macho después de la cópula, proporcionándoles a estas, una fuente de proteína extra para la formación de sus ootecas. En algunos casos, el macho continúa ensamblado a la hembra bombeando esperma incluso después de ser decapitado. Aún así, lo cierto es que no es un comportamiento tan habitual como se comenta, sólo ocurre en algunas especies de mántidos.
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Puesta en forma de tienda de campaña
típica del Iris oratoria. |
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La Ooteca al solidificar posee una textura
similar al "poliuretano". |
MEDIDAS PARA FAVORECER SU PERMANENCIA EN NUESTRO AGROECOSISTEMA:
Lógicamente, todos aquellos manejos encaminados a mantener cubierta vegetal, estrategias de floración escalonada para atraer a sus potenciales presas, abonos verdes, etc, van a contribuir a que estos insectos cumplan todo su ciclo vital en nuestra parcela. Igualmente importante, es dedicar un pequeño rocódromo fijo, en un lugar del agroecosistema donde intervengamos poco, con el fin de actuar de refugio y/o lugar de puesta.
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Adulto de Ameles sp. sobre planta de menta.
Es uno de los mántidos de menor tamaño. |
Si nos percatamos de alguna puesta, es recomendable favorecer la permanencia inalterada de esa piedra o lugar donde se ha producido la misma, ya que se ha observado que los las crías que llegan a adultas, poseen un recuerdo de su lugar de nacimiento, soliendo repetir el lugar de la puesta que anteriormente realizó su progenitor.
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