El fenómeno de camuflaje o cripsis, es una estrategia muy común en la naturaleza y sobre todo entre artrópodos que como sabéis, se posicionan en los escalafones más inferiores de la pirámide trófica. Tanto por el color como por su forma es utilizado por muchos animales para confundirse con el medio, ya sea para evitar predadores o acechar a sus posibles presas. Los conocidos como insectos palos quizás representen uno de los máximos exponentes de este camuflaje, por su excelente imitación a ramas o tallos de su entorno que les confieren la capacidad de ser practicamente invisibles, cualidad por otra parte, que se ve acentuada por sus desplazamientos lentos y pausados. Sin embargo, estos insectos pertenecientes a la Orden de los fásmidos (Phasmatodea) que engloba también a los insectos hoja, no deben confundirse con nuestro ortóptero protagonista de hoy que usa esa misma estrategia críptica.
DESCRIPCIÓN:
Como adelantaba en la introducción, no se trata de un insecto palo como podríamos pensar en un primer momento. De hecho pertenece a otra Orden diferente (Orthoptera) y al género Truxalis sp. englobado dentro de la super familia de los acrídidos (concretamente a la Acrididae). Este insecto conocido vulgarmente como “Saltamontes Narigudo”, posee un parecido asombroso con las hojas y tallos de las gramíneas que lo hace casi indetectable cuando se desplaza entre ellas, tal como podemos ver en la siguiente foto donde se puede observar el superpoder de invisibilidad que posee. No es raro en la naturaleza que de una misma adaptación, aparezcan grupos diferentes de forma independiente. Precisamente este fenómeno conocido como convergencia adaptativa, produce semejanza entre especies no debida a su parentesco, sino a la propia adopción de soluciones similares entre ellas. Dentro de esta familia de ortópteros podemos encontrar especies con estructuras características como: el ensanchamiento de las tibias delanteras del mancho de Gomphocerus sibiricus, el pronoto del género Dircorys sspp o la "visera" de especies de Sciobia sspp. Encontrándose dentro de esta gran superfamilia nueve subfamilias más conocidas como: Acridinae, Calliptaminae, Catantopinae, Cyrcanthacridinae, Dericorythinae, Eypropocnemidinae, Tropidopolinae, Gomphocerinae y Oedipodinae, siendo estas dos últimas las que posean mayor número de especies en nuestra zona mediterránea.
El Truxalis nasuta se caracterizada por presentar una cabeza alargada y cónica, donde al contrario de los grillos no cantan frotando la patas con sus alas sino que estridulan. También por poseer antenas cortas a modo de cuernos, hacen que se confunda perfectamente con los tallos de la grama seca de la que se alimenta. Con un cuerpo cilíndrico y alargado de hasta 7 cm de longitud, esconde unos élitros rosados con presencia de manchas oscuras, y un par de patas muy alargadas habilitadas para el salto que caracteriza a toda esta Orden de insectos. La otra especie prácticamente idéntica a nuestra protagonista, es la Acrida ungarica de la misma familia y que podemos confundir con enorme facilidad, aunque siempre podremos distinguirlas si observamos atentamente el color de sus alas. Donde si capturamos al ejemplar (sin dañarlo) y le abrimos sus élitros, si son transparentes estaríamos ante la especie referida Acrida ungarica. Pero que sin embargo, si observamos tonalidades rosas estaríamos frente a la Truxalis nasuta de las fotos. Indistintanmente si se trata de una u otra, a ambas especies se les conoce popularmente como saltamontes narigudo y son prácticamente idénticas, pudiendo encontrarlas con diferentes tonalidades en todo su cuerpo que van desde el verde al marrón pajizo.
ESPECIE CONTROLADA:
Aunque la amplia mayoría de los llamados "saltamontes" poseen una dieta herbíbora, frugívora o granívora representando en algunas ocasiones verdaderos quebraderos de cabeza para el manejo del agroecosistema, pudiendo presentarse como potenciales plagas en algunas ocasiones. Sin embargo, no podemos perder de vista que existen otras especies de saltamontes que son detritívoras es decir, son descomponedores de materia orgánica como los pertenecientes al género Xya sp, así como otras que son depredadores de otros insectos, o bien se alimentan de ellos de forma necrófaga o incluso de sus restos de muda o exuvias, caso por ejemplo de los ortópteros como el Saga pedo de la familia Tettigoniidae que son extrictamente carnívoros y por tanto, muy recomendables para el agroecosistema.
En cuanto a nuestro "modelo fotográfico" de la entrada de hoy (Truxalis nasuta) y pese a tener una dieta fitófaga, lejos de ser considerado como una especie de riesgo para el agroecosistema, pues se alimenta de plantas herbáceas normalmente gramíneas expontáneas, bien podemos considerarlo como un aliado más. Ya que no sólamente por su mera presencia "per se", redundará en un beneficio al aumentar la propia biodiversidad del agroecosistema y en consecuencia elevar la resiliencia del mismo, sino que además, realizará una labor activa sobre el control de la grama nada desdeñable. Tenemos que tener presente que entomólogos de todo el mundo, estiman que sólo entre del 3 al 5% de todas las especies de artropodos pueden ser suceptibles de provocar alguna potencial plaga o enfermedad. Por tanto, es un error pensar que por el simple hecho de ser fitófago, ya debemos combatirlo como si se tratase del responsable de una potencial plaga. Por todo lo expuesto, estos saltamontes narigudos pese a poseer una dieta basada extrictamente en material vegetal, son propuestos como unos aliados más a engrosar nuestra particular lista de fauna auxiliar.
BIOLOGÍA:
Estas especies de saltamontes al tratarse de especies termófilas, prefieren estos climas mediterráneos de nuestra Andalucía incluso suelos litorales, pudiéndolos encontrar en terrenos cultivados, prados, así como en lindes y caminos muy asociados a las gramíneas. Pese a no ser unas especies muy abundantes, podemos verlos a principios de verano con cierta facilidad e incluso a las hembras hasta otoño, ya que suelen ser más longevas que sus parejas masculinas. Son precisamente las hembras, las que poseen cuerpos que pueden alcanzar casi el doble en tamaño que el de sus compañeros machos, que pueden oscilar entre los 4-7 cm de longitud, donde los imagos de ambos sexos se pueden dejar ver en primavera sin gran difultad. Tras aparearse, los machos morirán al poco tiempo quedando sólo las hembras que harán su puesta final durante el verano o principios de otoño, donde sus huevos no eclosionarán hasta la próxima primavera del año siguiente.
MEDIDAS PARA FAVORECER SU PERMANENCIA EN NUESTRO AGROECOSISTEMA:
Tal como decía a lo largo de este "post", el hecho de que un insecto tenga una dieta fitófaga no puede ser motivo de persecución o intento de erradicación, pues la mayoría de ellos no van a suponer daños reales a nuestro agroecosistema y sí, pueden servir de alimento a otros predadores polífafos que pueden resultarnos de mayor interés como fauna auxiliar, incrementando la propia biodiversidad del mismo y en consecuencia aumentando la resiliencia ante cualquier desequilibrio causado por una posible enfermedad o una plaga.
Sin embargo, desde las 7 plagas bíblicas del antiguo Egipto hasta nuestros días, hablar de saltamontes ya nos predispone a un desastre inminente y a la necesidad de su eliminación inmediata. Pues bien, como hemos visto a lo largo del "post", este saltamontes lejos de ser considerado como una plaga, al alimentarse de la también denostada y perseguida grama, los posiciona como un aliado más del agroecosistema. Debiendo favorecer su permanencia, con manejos poco invasivos sobre el suelo sin labores continuas o profundas, (ya que la puesta de estos insectos la realizan directamente en el suelo), así como con el mantenimiento y permanencia de una cubierta vegetal adecuada durante el tiempo que nuestro clima nos lo permita, ambas recomendaciones por otra parte, más que recomendables y extensivas a un manejo encaminado a una agricultura más sostenible aplicando usos agroecologicos.
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